Hacía más de diez años que no pisaba un lugar tan emblemático para un asturiano como son los famosos Lagos de Covadonga. Así que este ha sido el destino elegido para una de nuestras primeras escapadas del 2022. Prácticamente de manera improvisada aprovechando el buen tiempo y al suponer acertadamente a que no estaría tan saturado como en otras ocasiones. Y es que hay que tener en cuenta un par de detalles antes de planear su visita: la primera es que durante temporada alta y algunos festivos, su acceso está prohibido a vehículos particulares. En esos casos sólo se permiten autobuses y transporte colectivo autorizado. Lo segundo es que tanto el Santuario y Basílica de Covadonga es un destino sumamente turístico y centro de peregrinación casi obligatorio de los asturianos. A raíz del boom turístico sufrido durante los últimos años en la región, Covadonga en determinadas épocas está tan saturada que se hace difcil «disfrutar» de su visita. Estas dos elementos junto con una climatología lluviosa ha retrasado tanto este reencuentro.
Así que tal como comenzaba en la introducción, la mañana del sábado 15 de enero decidíamos subir con el Volkswagen hasta los Lagos de Covadonga. Eso sí, bien abrigados y equipados con ropa técnica ya que las previsiones meterológicas indicaban temperaturas entre -3ºC y 3ºC… mejor ser precavidos. También hay que tener en cuenta es que a pesar de las distancias relativamente cortas, la orografía y trazados de algunas carreteras asturianas pueden alargar los trayectos. Por poner un ejemplo, desde Gijón al Santuario de Covadonga hay unos 85 kilómetros, la mayor parte por autovía, pero aún así tardaría sobre 1 hora y media…que no difiere gran cosa frente a realizarlo al volante de un vehículo actual (siempre y cuando se respeten los límites de velocidad, obviamente). Sin embargo para recorrer los 14 kms que separan el santuario del primer lago (Enol) tardé media hora. Cierto es que hubo que añadir una excesiva prudencia al desconocer la carretera (CO-4) y por encontrase esta con restos de hielo y escarcha en las zonas sombrías. Y por supuesto, teniendo en cuenta que entre manos llevaba 46 voluntarioso caballos y un bastidor muy alejado de la seguridad activa actual. La subida a los Lagos es un tramo legendario de La Vuelta Ciclista a España, salvando un nivel de más de 960 metros con un par de tramos cuya pendiente alcanzan el 15% (pendiente media 6,87%).

A 1.070 metros de altura encontremos el Lago Enol.

Existe un aparcamiento un poco más abajo. Es bastante amplio pero puede quedarse corto dependiendo del día y la hora. En nuestro caso, aunque había relativa afluencia de visitantes, no tuvimos problema en encontrar un hueco.

Y no fuimos los únicos que nos atrevimos a subir en un cacharro antiguo. Llegamos a coincidir con una solitaria Vespa…

…y un veterano Fiat Panda 4×4 de estilo aventurero

El frío era tan intenso que aunque no había nieve, en cambio el hielo estaba presente por todas partes. Incluso ambos lagos presentaban la orilla congelada.


Tenemos dos opciones; o aparcar cerca del Enol o seguir unos metros más arriba para aparcar en el Ercina, aunque dicho aparcamiento es mucho más limitado. Nosotros como ya salimos de casa equipados y con la intención de caminar y disfrutar de la naturaleza en un entorno que permite disfrutar del aire puro sin mascarilla, decidimos subir caminado hasta los 1.108 metros del Lago Ercina.

No voy a dejar escapar la oportunidad de mencionar algunas tonterías que vimos allí arriba, dignas de parodia y fruto de una sociedad cada vez más egocéntrica y desinformada. Desde quien se presentó con tacones de aguja (y luego se quejaba de la dificulatd de los accesos) hasta insufribles instagramers posando con ropa ridículamente fuera de lugar para las circustancias. Que cada cual haga con su vida lo que le parezca, faltaría más. Pero estamos siendo testigos de que la saturación de entornos naturales en ciertas localidades, antaño libres de turisteo masivo, ha desplazado al tradicional visitante respetuoso que busca la tranquilidad y aprecia lo que la naturaleza le ofrece. No es labor de este blog hacer proselitismode un modo de viajar. Pero tenía que decirlo…y seguiré haciéndolo cada vez que se me presente la oportunidad.


La orilla congelada del Ercina


El paraje además cuenta con varias rutas de senderismo. Nosotros nos pasamos la mañana rocorriendo sus alrededores, respirando aire puro y desconectando de la tediosa rutina diaria. Tras tomar un tentempie calculamos que sería buena hora para bajar hasta Covadonga justo cuando menos afluencia de público habría para sacar las fotos finales de la jornada.

Por estas carreteras más vale no confiarse; no es la primera vez que nos cruzamos con vacas y ovejas… pero en esta ocasión ahí estaban un par de enomes mastines echando una merecida siesta durante su labor de pastoreo. Unos kilómetros más abajo también nos encontraríamos con una piara de cerdos.

Un pequeño alto en el Mirador de la Reina (910 m)

Y finalmente, el sitio más emblemático del Principado de Asturias: la Basílica de Covadonga (1877-1901).

Y la Santa Cueva, donde se encuentra la Virgen de Covadonga (llamada popularmente «La Santina«) y la supuesta tumba del rey D. Pelayo.

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