Una avería inoportuna

Son cosas que pasan de vez en cuando y más cuando dejas de lado algunas piezas sometidas a desgaste o fatiga. En este caso ha sido el cable del acelerador, una avería bastante frecuente, que ha dicho adiós tras cerca de 160.000 km. A pesar de llevar herramienta a bordo, mis intentos para solucionarlo mediante los medios disponibles no dieron fruto, así que no quedó más remedio que llamar a la grúa y el día de hoy, que pintaba magnífico, arruinado.

Ahora mismo me encuentro embarcado en un proyecto personal fotográfico, en el que se combinará mi pasión por el cine con el placer de rodar al volante de un Volkswagen para el que he calculado que acumularé unos 500 km en total ¡la excusa ideal para romper la rutina y olvidarnos del COVID!. Tras los preparativos previos hoy iba a comenzar con la primera etapa de dicho proyecto pero a 45 km de casa sucedió lo inevitable. Por suerte, y no me cansaré de alabarlo por esto, se tuvo que romper en el mejor lugar posible para evitarme complicaciones y de paso, conocer una bonita localidad mientras llegaba la grúa…¡nobleza que tiene este coche hasta para eso!.

Típica rotura por fatiga de materiales. Que sirva de ejemplo de que el cable del acelerador debe cambiarse regularmente.