Se me presenta la difícil tarea de realizar una crítica negativa hacia un libro. Y sí, me cuesta mucho tener que hablar mal los trabajos ajenos, más aún cuando supuestamente se le acredita a un autor de reputado prestigio y reconocimiento. Difícil también porque el malestar que me ha causado dicha obra no se refiere a su calidad ni contenido, pues de ambas cosas se puede afirmar que va sobrada. Más bien el problema ha radicado, desde mi punto de vista, en su título que me ha llevado a confusión. Estoy hablando de LOS COMIENZOS DEL AUTOMOVIL EN ESPAÑA (1890-1945), atribuida a Pablo Gimeno. Digo atribuida porque su nombre así figura en las fichas, incluso dentro de la propia Editorial Turner, cuando realmente es un trabajo firmado por varios autores, entre los que se encuentra también algún que otro periodista del motor al que profeso admiración y respeto, tanto como al propio Gimeno, siendo éste el principal motivo por lo que me animé a adquirirlo. Entre los aficionados a la historia del automóvil en España creo que su nombre no necesitaría presentación: activo colaborador de varias publicaciones especializadas así como autor de varios libros versados en la materia: Hispano Suiza, carrocerías Serra, Minis españoles, el Circuito del Jarama… prácticamente imprescindibles en la biblioteca de todo interesado en nuestra historia automovilística nacional. Sin embargo, a medida de que van pasando las páginas, sustentadas en preciosas fotografías de época, empieza a darse cuenta de que la supuesta labor divulgativa sobre la historia del automóvil en nuestro país se va difuminando cada vez más y más derivando en su segunda mitad a contenidos totalmente vacuos en ese sentido. Y es al llegar al epílogo cuando realmente se declara su verdadera intención: “una apuesta de Mariana Gasset y Turner por la búsqueda y descubrimiento de archivos familiares inéditos […]» dando a entender poco más adelante que el fin era digitalizar y compartir las fotos cedidas por familias y contactos.

¿Estamos ante un mal libro? ¡En absoluto! Como recopilatorio de material gráfico de una época podría decirse que es una auténtica joya. ¿Dónde está el problema, entonces? Pues vuelvo a repetirlo; en un título que lleva al engaño. Aquel que como yo vaya con la idea de encontrar datos y documentación útiles sobre los inicios del automóvil en España se llevará un gran chasco. No sé hasta qué punto. El mío ha sido pasmoso. Realmente lo que uno se encuentra es con una obra plagada de fotos más propias de las páginas de sociedad que del automóvil en sí. Más de la mitad del libro son apuntes biográficos de personajes de la aristocracia cuya vida no interesan en lo más mínimo desde un plano automovilístico, siendo éstos además escritos por sus propios descendientes, con lo que en ocasiones nos encontraremos con loas y vítores en un tono que en ocasiones roza la ranciedad. Incluso cuando algunos de sus protagonistas pasaron a la historia por turbios movimientos aprovechándose de su status. Mención aparte se merecen otros capítulos donde nuevamente vemos una más que nula aportación histórica: ¿a alguien le importa cuando conejos y perdices cazó el conde de Torrubia en 1911? ¿La boda de Fernando Luca de Tena con Carmen del Toro? ¿La excursión del marqués de Irujo a casa de un amigo suyo? Son páginas y más páginas mostrando estampas costumbristas de la alta aristocracia de la época…con el automóvil de trasfondo o como excusa, eso sí. El resultado no es otro que perpetuar unos clichés que deberían de ser desterrados.
Una lástima porque la primera mitad del libro prometía, precisamente aquellas partes escritas por auténticos expertos del motor, pero ya incluso está todo tan resumido y condensado que apenas aporta nada al ya iniciado en la materia que demanda una mayor formación sobre este periodo histórico del automóvil. Hay ciertas partes realmente interesantes, donde destacaría una gran foto de Ferdinand Porsche con sus Auto Union de Grand Prix en el circuito de Lasarte (San Sebastián) en 1935, o la de Jesús Fernández Duro durante una etapa de su aventura Gijón-Moscú-Gijón (1902) que buenamente hubiera merecido mayor tratamiento en lugar de una simple reseña…
Esperaba una crónica sobre la llegada de estos primitivos artefactos a nuestras carreteras y caminos, su posterior-relativa- popularización con el paso de las siguientes décadas, anuncios de época, precios, hitos, etc.… todo eso que muchos amantes de la historia ansiamos devorar. Pero nada de esto encontré. El libro en sí funciona como álbum fotográfico y ensalzamiento nostálgico de la alta sociedad, pero por favor, el título no le corresponde