HISTORIA, RUTAS Y ESCAPADAS, VIAJES

Sanabria (V): Ribadelago

En nuestro tercer día por la comarca sanabresa (17 de septiembre) tocaría lo que teníamos planeado como el plato fuerte del viaje: Ribadelago. Así lo considerábamos por la intensa carga emocional  que podría suponernos debido a toda la historia que hay tras de él. Sin embargo, este plato, como explicaré más adelante, resultó ser más agridulce de lo que pensábamos. Precisamente una de mis pasiones es conocer aquellos lugares donde sucedieron hechos históricos y que, en su mayor parte, se han conservado tal como en sus días (recordando, por ejemplo, nuestro encuentro con Oradur-sur-Glane). Sabíamos que la visita estaría cargada de emociones, pero lo que no nos imaginábamos es que serían tan contradictorias.

Para ponernos en antecedentes, Ribadelago es conocido (o al menos así debería serlo) por la tragedia sufrida durante la noche del  9 de enero de  1959 cuando la presa del Embalse de Vega de Tera colapsó arrasando e inundando el pueblo, llevándose por delante 144 vidas. Tan sólo se recuperaron 28 cadáveres, quedando el resto bajo el fondo del Lago de Sanabria. De esta catástrofe no voy a añadir nada más que no se pueda encontrar en Google o en varios documentales disponibles en Youtube u otras plataformas; especialmente recomendables los dedicados en el 50 aniversario por   Documentos TV (RTVE, 2009) y Cuarto Milenio (Cuatro, 2009) con intervenciones sobrecogedoras de Alberto Vázquez Figueroa.  Y así animo a todos aquell@s que ignoraban este triste suceso de la historia relativamente reciente de España a que lo descubra.

Mientras escribo estas líneas ya han pasado más de dos semanas desde esta visita  y aún hoy no me entra en la cabeza ciertos detalles que me impactaron. Prometo que en cuanto pueda me haré con algún libro dedicado a Ribadelago para informarme mejor, pues aún hay elementos que necesito que encajen en toda esta historia con heridas aún abiertas sobre lo sucedido en los años siguientes a la catástrofe y saber el porqué de esta dejadez. La cuestión es que nos esperábamos algo más solemne, algo más honorable, algo más… respetuoso.

A la entrada del pueblo nos encontramos con un modesto monumento dedicado a las víctimas. Hace unos años, coincidiendo  con el 50 aniversario, estaba previsto inaugurar un museo, con fotografías, material documental, recuerdos,… pero sólo se quedó en buenas palabras, como siempre,  de los políticos de turno. Sirva de ejemplo, que este memorial situado a la entrada fue inaugurado en 1995, casi cuatro décadas después del suceso. Aún así, se espera que en breves por fin Ribadelago cuente con un museo acorde para recordar la memoria de sus vecinos y de hecho se hablaba de que sería para este año. Cierto es que cualquier vecino con el que te encuentres, o al menos así fue en nuestro caso, no duda en mencionar este dramático episodio, e incluso contar parte de su propia vida, sin necesidad de preguntar, tan sólo por entablar conversación al reconocerte como forastero. Y eso, para mí, es muy de agradecer.

Entre construcciones más recientes aún se conservan ruinas del pasado. En la actualidad habrá censados unos 30 vecinos.

En 1961 se inauguró un nuevo pueblo levantado a unos 500 metros del original. Recibió el nombre de Ribadelago de Franco (desde 2018 oficialmente Ribadelago Nuevo). Pero la arquitectura franquista no tuvo en cuenta las necesidades reales propias de las gentes de la zona, ganaderos mayoritariamente, y por tanto, carecían de cuadras integradas en sus hogares, entre otras tantas anomalías. Junto a esto y a que no todos podían permitirse adquirir un nuevo alojamiento, algunos vecinos decidieron quedarse y reconstruir sus viviendas. Desde entonces se le conoce como Ribadelago Viejo. Otros optaron por emigrar a grandes ciudades como Barcelona, Madrid o Bilbao en busca de un mejor porvenir.

Uno puede perderse por sus laberínticas y estrechas callejuelas para ver si descubre algo…

Llegado un momento del camino, ya se empiezan a ver lápidas y estelas funerarias recordando a los desaparecidos en la tragedia.

Uno de los lugares más emblemáticos: la iglesia

Y sin embargo, tras uno de sus muros llegó nuestra primera indignación. Pues parece ser que sirve de improvisado WC, presentando restos de papel higiénico y excrementos. No quiero extenderme más sobre este tema. Cada cual que opine por si mismo.

El antiguo cementerio

Como en toda la comarca, existen múltiples rutas para practicar senderismo.

Teníamos planeado hacer la Ruta de Los Monjes…pero llegados a un punto nos encontramos con el camino cortado, al estar el cercado bloqueado fuertemente con cuerdas. A pesar de que estaba correctamente señalizado como ruta, optamos por no forzar la situación y retroceder hacia el pueblo. Razón habría para estar así, o eso supusimos.

De nuevo en Ribadelago Viejo nos encontramos con otro recuerdo funerario que casi pasó desapercibido por estar junto a escombros y chatarra. Nuevamente esa extraña sensación de desazón volvió a embargarme por lo que a mi parecer es una absoluta falta de respeto.

Con ánimos de caminar, de disfrutar de la naturaleza y admirar las vistas, decidimos tomar parte de la ruta del Cañón del Río Tera

Antes de ir a comer hasta el Lago de Sanabria, nuestra siguiente etapa, decidimos hacer un pequeño alto para conocer Ribadelago Nuevo. Realmente, lo único intersante que tiene que ver es la Torre de la Iglesia de Ribadelago Viejo. En 1959 sobrevivió y quedó intacta, siendo trasladada piedra por piedra hasta el nuevo pueblo y erigida de nuevo como monumento a la catástrofe.

PRÓXIMAMENTE: SANABRIA (VI) LAGO DE SANABRIA

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