En Carcassonne nos habíamos alojado en un apartamento muy cerca de la ciudadela amurallada. Es una opción muy recomendable por comodidad al poder dejar el coche aparcado justo delante de la puerta de la habitación. Casualmente a nuestro lado teníamos una pareja con un Beetle último modelo y como la estampa nos pareció simpática quisimos inmortalizarla.
El tercer día por Francia quisimos pasarlo en Brignoles. Pero antes de la partida, ya que llevábamos unos cuantos kilómetros acumulados, tocó hacer una primera revisión al nivel de aceite, un apartado muy comprometido en estos motores. Todo correcto, algo había bajado, pero dentro de lo normal, así que no hizo falta rellenar.
3ª etapa: Carcassonne-Brignoles (sábado 17/09/2022)
Por delante teníamos poco más de 350 km, sería una etapa algo más corta que las dos anteriores y sin embargo, el viaje se alargó en el tiempo hasta el punto de que tardamos más de 5 horas en llegar a nuestro destino. La razón, por un lado, la densidad de tráfico sobre todo de camiones y por otro, a un accidente que cortó la autopista y provocó un atasco, obligando a estar parados un buen rato para luego reanudar la marcha a ritmo muy lento. Pero para cuando las condiciones de tráfico fueron favorables, resulta que la zona sufre de fuertes ráfagas de viento. La señalización vial, tanto fija como en paneles luminosos advertían de «vents violents«. Y si por algo son famosos estos coches es por su sensibilidad al viento lateral. Así que hubo que levantar el pie del acelerador y circular con mucha precaución, anticipándose a los bandazos.
Un clásico ochentero cazado en plena acción: Matra Murena. Carrocería de fibra de vidrio, motor central-trasero y tres plazas. Para mí es un modelo al que guardo mucho cariño por ser uno de los escasos deportivos que veía circular durante mi infancia.
Llegamos más tarde de lo pensado a Brignoles…recordemos los dichosos horarios franceses, y a pesar de que nuestro hotel, un B&B en esta ocasión estaba justo al lado de un Buffalo Grill, no encontramos dónde comer. Como somos previsores y tenemos experiencia, tocó comida precocinada calentada en el microondas del hotel. Sí, suena cutre pero había que salir del paso.
No recuerdo el porqué escogimos Brignoles, sinceramente. Quizás porque nos quedaba de paso y vimos que sería una localidad amable. ¡La cuestión es que Brignoles fue toda una sorpresa!. Nuevamente nos encontramos con una población con ese entorno añejo que tanto nos gusta. Se le conoce como la capital de la Provenza Verde y ofrece un amplio patrimonio histórico.
Coincidimos con una carrera a pie y de esta manera también descubrimos que unos de los símbolos de la ciudad es la ciruela (prune) y que Prunette es su mascota. Aquí, animando a los participantes.
La estampa de este 2CV me encantó
…y con toda una declaración de intenciones
Llegamos hasta el Palacio de los Condes de Provenza (palais des Comtes de Provence), primera residencia de éstos edificada en el siglo XII y que desde 1947 es sede del Musée du pays brignolais. Decidimos hacer una visita y nos encontramos con tada una exposición sobre herramientas, utensilios y costumbres de la zona además de diversas obras de arte.
Cocina típica provenzal de 1840
Cartelería de época
Una de las cosas que nos gustó de Brignoles en que donde menos te los esperabas podías encontrarte con algún mural pintado sobre la pared.
Incluso vieja publicidad, tan clásica del paisaje francés, conservada o restaurada con total respeto.
No podía faltar una conexión automovilística: en 1931 aquí se celebraró un Grand Prix y en la actualidad varios eventos y exposiciones relacionadas con los vehículos clásicos así como competiciones de karting.
Al día siguiente tocaría el primer plato fuerte del viaje: MÓNACO
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