Durante uno de mis paseos matutinos, ahora alejados de las aglomeraciones de gente, me encontré con esta estampa que tanto me llamó la atención que no dudé en inmortalizarla con el móvil (la verdad es que con toda esta situación, mi antaño inseparable réflex lleva mucho tiempo sin ver la luz). ¿Dos Renault ochenteros, aparcados puerta con puerta enfrente de un videoclub llamado 85? ¡imposible resistirse!

Fiel reflejo de una época pasada ligada a mi infancia. El primer videoclub de España se abrió justamente con el nacimiento de la nueva década de 1980, en Barcelona. A partir de entonces, no habría ningún barrio que no contara con al menos uno de estos establecimientos donde aquilar películas de vídeo. Cierto es que al principio y finales de los 80’s del pasado siglo un aparato reproductor de vídeo implicaba un considerable desembolso, así que el visionado de una película entre los más jóvenes suponía todo un acontecimiento social para invitar a los amigos a pasar una tarde del sábado. Y por supuesto existían batallas entre si era mejor el VHS o el Betamax… guerra que no hace falta saber como acabó. Pasó el tiempo, los reproductores analógicos se fueron abaratando cada vez más y dieron paso a la era digital de los DVD y Bluray (más otros intentos fallidos como el Laserdisc). La entrada en el siglo XXI supuso la expansión de internet y … las descargas gratuitas. Poco a poco, estos templos de la cinefilia y el entretenimiento acabaron cerrando y actualmente son ya pocos los que aún conservan su actividad original.
De los coches, poco hay que decir. El primero es un Renault Supercinco (Supercinq en francés) a pesar de que la chapa trasera marcara «5» a secas. Era una evolución lógica del anterior Renault 5, no un restyling, sino un modelo completamente nuevo, a pesar del parecido entre ambos. Su periodo de fabricación abarcó desde 1984 hasta 1996 y qué decir que fue un éxito de ventas. Y es que por aquel entonces ¡oh, vuelve la nostalgia!, un vehículo de estas características incluso podía servir como coche familiar gracias a su relativa amplitud interior ¡con qué poco nos apañábamos!. Esta unidad en concreto, un TL Saga, data de 1990 , lo que indica que equipa el motor 1.4 de 60 cv (gasolina carburador), suficientes para moverse con agilidad incluso hoy en día gracias a la ligereza del conjunto. Es sin duda uno de mi coches favoritos de esa época y al que recuerdo con gran cariño.
El segundo coche a pesar de la marca en realidad es muy español: Renault 7. Puede resumirse en que es…»un R5 con culo«. Y efectivamente así es. Desarrollado sobre la plataforma del Renault 5 por la matriz francesa en colaboración con la filial FASA-Renault (Valladolid) , en 1974 sería presentado el nuevo modelo 7 y fabricado hasta su cese en 1984 para el mercado español. De hecho, los anagramas traseros al principio estaban escritos en dicho idioma, Siete, hasta que en 1979 se sustituyó por el número correspondiente. No se hicieron muchas unidades, 159.553, pocas si las comparamos con el R5. La primera serie equipaba un modesto motor de 1.037 cc que con 50 cv le permitía superar los 130 km/h a duras penas. Dicho motor fue escogido para el mercado español debido a las ventajas fiscales de su corta cilindrada. Ya en 1981, que es precisamente el ejemplar que ilustra este post, este motor se sutituyó por el legendario Cleón-Fonte de 1.108 cc de 47 cv. Por raro que parezca, no había más gama de motores/potencias a escoger aunque sí varios niveles de equipamiento. Realmente este modelo se pensó para un público familiar donde primaba la economía de uso y la practicidad que suponían cuatro puertas y un mayor maletero separado de la carrocería por encima de las prestaciones. Curiosamente, si el R5 fue pionero en el uso de defensas de plástico, el R7 dio un paso atrás en ese sentido al equipar parachoques metálicos cromados. También conservo buenos recuerdos nostálgicos, más ligados con mi adolescencia, pues en aquel entonces el concepto de «clásico» aún estaba muy alejado de este modelo y una de aquellas unidades, muy ajada y a precio de derribo, sirvió para las primeras correrías motorizadas de mi pandilla…
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